Nicolás Alberte

El área de Broca

(inédito)

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El nuevo libro definitivo sobre el fin del mundo

Con un teléfono el hombre
filmaba cómo se moría.
No en general sino cómo
se moría él. Los camiones
que pasaban llenos de troncos por la ruta
eran un recuerdo de la escalera insaciable
que construyen en el puerto para bajar al fin del mundo.

La realidad es como el hielo:
no deja de cambiar después de cada whisky,
pero nada
permite asegurar que se trata de un atentado terrorista.
Ahora bien: ¿Por qué debería estar prohibido matarse?
Es difícil escribir oraciones sobre la muerte que no vengan
precedidas de un signo de pregunta.

Abrazados a los demás seres humanos inmolándonos,
nuestro cuerpo, gordo o flaco, ya no nos pertenece.
A través del agua, la comida, las drogas
y deseos, pertenece a cuatro o cinco
corporaciones con las que jamás
nadie podrá intercambiar palabra.
Es una gran diferencia con las antiguas deidades
a quienes siempre podías dirigirte a través de sacrificios.
Nos queda esa obsesión por la felicidad
de la que tanto todos hablan.

Se derriten los polos, subirán los mares,
se acaba el agua, bla bla bla… En sus libros,
todos describen la forma en la que se hundirá la vida
pero a cuál creerle… Me han confiado
que definitivamente será así:
las noticias mundiales seguirán fluyendo
por la delgada capa gris de tu córtex cerebral,
junto a los aviones que caen,
durante todo el día de tu último día.

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Área de Wernicke

Si no puedes explicarlo simplemente
es que no lo has entendido bien.
Así que ahí vamos,
con una enceguecedora claridad:
te vas a morir ¿lo entiendes?

No hay respuestas inválidas y existe
una sola restricción:
todo será pensado jugando
para estimular el hemisferio creativo
del cerebro. Lo pienso
y lo pienso y me parece
que no lo entiendo bien.

El doctor dijo «Encéfalo»
y sonó como un dios
con sus manos cruzadas en las riendas
como un auriga genial que peca de soberbio.
Al fondo del templo,
la foto de Einstein en blanco y negro,
con su bigote y su lengua,
es el selfie de una civilización
que se gusta demasiado
para tirar el tiempo en discusiones.

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El área de Broca

Vivimos una época extraordinaria:
la erradicación final del misterio
se implementará en la estación de las lluvias. Junto al río,
otra vez la sensación de impotencia
que produce saber que es
y no es siempre el mismo. Estoy harto
de la voz que pongo al conversar
con el hombre que siempre va conmigo.

El niño que no habla bien
o no comprende el lenguaje
tiene las siguientes opciones:
–esforzarse para que el otro lo entienda
o para entenderlo
–no esforzarse y permanecer callado
–tirarse al río.
En cualquiera de los casos se altera
el acto comunicativo. La única
metáfora posible es el cuerpo.

Plantéate el vacío como una suerte de beca.
Sube la apuesta: plantéate el vómito
como preparación para el Mundial
de la Insignificancia.
Al mirarte en el espejo
siempre te verás tan flaco
como la misma divinidad que te creó,
casi desapareciendo,
para que fueras como él.
La deuda fue saldada.
Vivimos en una época magnífica.

Si el niño presenta un lenguaje desorganizado
su representación mediante la escritura también lo será
y tendrá dificultades de lectura
que implican el aprendizaje de todas las materias.
El conocimiento se va produciendo
de manera lenta y fracturada. La única
posible metáfora se ha mudado al cuerpo.

El señor «Tan» era capaz
de comprender lo que se le decía
y jugar al ajedrez… El señor «Tan»,
famoso en la historia
gracias al trabajo post mórtem de Broca
en la cavidad interna de su cráneo.

 

Hemos dado por tierra con el cuento del espíritu y el alma.
Sabemos de tu cerebro dónde está cada cosa:
aquí está la sensación de pánico,
aquí está el sabor del beso
con que los humanos se alimentan devorándose,
aquí está la presión amable
de la mano de tu madre sobre tu pecho y así
todo lo que haga falta…
Dios estará alojado de incógnito
en el Hotel Wernicke
durante una larga temporada.
Me da más miedo saber lo que me pasa
y no poder controlarlo
que cualquier amenaza antigua
venida del más allá.

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Tinción de Nissl

El pueblo unido fue vencido.
Nos dijeron que no pasarían
y pasaron. En lo personal
me gustaba que ellas
subieran la falda hasta cierto punto
sin realmente llegar a mostrar nada,
apenas una alegría de color joven
que en otros cuerpos teóricos
se denominaba cultura.
Igual que en la guerra
se permitía que el soldado viera a su familia
para recordarle el motivo por el que luchaba.

Hemos salido a la calle
por el derecho a decidir,
por el matrimonio gay, por la paz,
por la legalidad del aborto
y las drogas…
Aunque las familias cambien, lo importante
sigue siendo la marca de cereales
que coman en el desayuno.
La gran danza universal
de la cual eres parte
no dejará de ocurrir
porque desconectes el móvil.

El vientre de adopción desea
recuperar su embarazo.
Entiéndelo bien: no su hijo,
si no el tiempo de llevarlo dentro.
Hay una cantidad de drogas naturales
involucradas en el proceso de ser madre,
empezando en la concepción, que será divina.
La gran danza universal
de la cual eres parte
no dejará de ocurrir
porque te tomes vacaciones.

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He venido a brindar conmigo mismo

1.

Se trata de un anciano
aspirante a ciego o poeta.
¡Qué viejos estamos! Dice.
En otra vida debo haber sido un juglar de talento.

Vi la ascensión de un ciclista,
filmada con cámara subjetiva,
a una montaña que me pareció familiar
y me acordé de cuando éramos jóvenes,
dice. Descubrieron
unas ondas gravitacionales
que certifican el comienzo del universo en una rápida explosión
y determinan su fin contrayéndose, dice.
Se trata de algo parecido al viejo yo poético.

Muestra la foto de una artista joven y dice:
se hizo famosa por vomitar sobre Lady Gaga.
Anoche vi un programa, dice,
de preguntas y respuestas genial:
en el centro, el protagonista
y alrededor, en un círculo,
los que intentan destronarlo.
El protagonista elige a uno
como retándolo a duelo y el presentador
comienza a hacerles preguntas de cultura
general muy básicas, dice.
Cuando uno acierta la respuesta
le hace una pregunta al otro y así
hasta que uno falla.
Entonces, el presentador
se burla de él y cuando
el perdedor va a contestarle,
en el momento más inesperado y dañino,
elegido por alguien que debe ser muy talentoso
en el arte de lastimar, dice,
se abre el piso debajo de él y cae
para que todos rían a gusto.

Es la mejor representación de nuestra época que he visto, dice.
Te lo juro, dice.
Es Shakespeare, dice.
Esquilo, dice…
Lope de Vega…

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2.

Todo se hace con palabras, un poema
pero también una casa.
Está la enunciación de la vestal
con el fuego sagrado
pero también la estructura:
las columnas, vigas y ventanas
están hechas de palabras.
Todo
fue
desde siempre
hecho
con palabras,
la vieja ciencia del habla y del pensamiento
la nueva ciencia de todo y la más reciente
ciencia de nada.

Que quede claro, dijo:
si no existieran las palabras,
literalmente no habría vino
ni copa
……………………..ni brindis.

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Libertad

De repente me vino una idea: una persona en caída libre no sentiría su propio peso
Albert Einstein

Conoce el buey a su dueño
y el asno el pesebre de su amo pero,
como dice el eclesiastés,
es infinito el número de necios.
Aquí va la foto que te prometí:
una hilera de cuerpos esperando para comprar el nuevo iphone.
No sé de qué lado de la puerta se está mejor al frío.
Realmente no lo sé. Abren a las nueve.

Creo que la «Consagración de la primavera»
debería bastarnos como civilización, y en repeat
tenemos nuestro propio binomio Bach-Handel:
Mccarthy es nada más que cuatro meses más joven que Roth
y nacieron a la misma distancia que hay entre Eisenach y Halle.
Ocurre que no sabemos valorarlo.

Creo que se habrá ido a correr,
es una de las pocas cosas que hacemos sin llevar el móvil.
El disco OUT TO LUNCH de Eric Dolphy
y el libro LUNCH POEMS de Frank O’hara
fueron editados el mismo mes en la misma ciudad.
¿De qué sirve la música si nadie te ve mientras la disfrutas?

Creo que si un poeta como Isaías viniera hic et nunc
y se pusiera a cantar verdades como puños,
la gente le creería: son mortales,
están deseosos de creer, hacen cola
para tener fe en algo.

El cómico en el bar lanza su último chiste:
Dios es lo que te pasa cuando entiendes
que desde el más allá
es imposible renovar la tarjeta de crédito.

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Un hombre de su tiempo

…………………………………………….a Eduardo Milán.

Las cabras grandes son grandes,
las cabras pequeñas son pequeñas
y los dioses que no pueden volar
sólo son dioses en las creencias de los necios.
Desde el hambre es muy difícil contar la opulencia,
el que tiene poco guarda
lo poco que tiene como un tesoro
y el que tiene mucho
tiene mucho miedo de perderlo todo.
No habrá leche donde las ubres no estén hinchadas,
ni esperes milagros de los libros de la razón.
La poesía, bueno,
sufrirá estas carencias hasta que alguien
con manos muy largas y puras
(uno podría decir «inocentes»)
logre hacer salir una vez más desde la tierra o el agua
la vieja luz que nos ciega y a su vez
nos permite ver más lejos.
Si puedes elegir,
iguálate con el halcón, no con el cuervo:
dejar de llorar será un comienzo.
Los felinos dan saltos,
las ratas tienen los ojos rojos,
la lluvia lo está pudriendo todo
en la estación de las lluvias.

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Obteniendo el cliché

Había un puente construido sobre otro;
no encima como las ciudades nuevas
aplastan a las antiguas,
sino de modo que ambos
seguían siendo transitables.
Entonces, en un año de bonanza,
se proyectó la construcción de un tercer puente
sobre los otros dos.
El primer puente estaba consagrado
a los dioses del mar, el segundo
a los de la tierra y la fertilidad;
en el nuevo irían los del cielo
y las tormentas.
Pero éste jamás se construyó.

Pasaron las estaciones.
La estación llamada: nadar-bajo-el-puente.
La estación llamada: grandes-cargas-cruzando.
La estación llamada: aguas-gélidas.
La estación llamada: de-las-flores. Y las aves
que traen a sus crías dentro
y se van con ellas volando sobre el río
llegaron y se fueron. Y así
muchas aves y muchos peces pasaron por arriba y por abajo;
pero el tercer puente no pasó.

Se inventó una forma de registrar lo dicho.
Por el primer puente cruzaban diligentes
los escribas hacia la ciudad
y en el segundo volvían, más despacio,
los poetas al campo.
En el tercer puente, el previsto,
una idea que todos convinieron en llamar epopeya.
La música, sobre todo fanfarrias,
hizo vibrar con aires órficos el puente de abajo
y bailaron para regocijo de los hombres
en el segundo puente vírgenes desnudas.
En el exceso de alegría alguien
dijo que el tercer puente había existido.
Borrado de la historia por la envidia
furiosa de unos antiguos invasores bárbaros,
su ausencia se debían venerar.
Poco tiempo bastó para que todos
lo creyeran como incontestable.

Pasaron las estaciones.
La estación llamada: de-las-cuerdas.
La estación llamada: de-los-tambores.
La estación llamada: del-silencio.
La estación llamada: de-las-flautas-de-caña.

Las estatuas que adornaban los puentes
cada vez se parecían más al hombre
y menos a los dioses. Pájaros
de piedra volaban sobre sus cabezas
y alrededor de las columnas con acanto.
Un día ya no fueron dioses sino humanos
los homenajeados, erigidos
y tirados según fluyeran
las aguas del río.
Los escultores ganaron prestigio. Desfilaban
sobre el segundo puente con la mirada puesta en el infinito.
Por el puente de abajo
los bueyes arrastraban grandes bloques de mármol;
así día y noche, con industrioso ruido.

Un pensador insinuó que el famoso
tercer puente era el delirio
de un pérfido embaucador
y que no había pruebas de que hubiese existido.
Fue fácil convencer al pueblo
de su veracidad y para regocijo de todos
con exquisita cadencia festiva
bailaron desnudas las vírgenes una vez más
despidiendo su castidad
como a un pariente no querido que se va por siempre,
haciendo lo que fuera necesario
para olvidar que a todos
les llegaría algún día, también, la hora de irse.

Pasaron las estaciones.
La estación llamada: de-la-cosecha.
La estación llamada: del-viento.
La estación llamada: de-la-bruma.
La estación llamada: germinal.

Alcanzaron tal perfección las estatuas
que dejaron de parecerse a los hombres
y pasaron a representar conceptos:
felicidad, belleza, placer, locura, libertad…
Como todos los conceptos, pronto
dejaron de significar lo mismo para todos
y llegaron, con el tiempo,
a no parecerse a nada
en lo que todos estuvieran de acuerdo.
Se veían como monumentos del vacío,
a los que alguien encontró amargos e injurió.
Los puentes pasaron a ser significantes
a los que todo el tiempo se le renovaban los significados.
Se organizaron representaciones
de lo que era cruzar o ser cruzado.
El primer puente se asignó a los juegos,
el segundo a las actuaciones. Luces,
más luces y aplausos en clave de claque o fanáticos,
hicieron incluso peligrar la estructura
por su excesivo peso.

Pasaron las estaciones.
La estación llamada: de-la-patria.
La estación llamada: de-los-extranjeros.
La estación llamada: de-las-migraciones.
La estación llamada: de-los-nuestros.

Se reforzaron los puentes. Y así
pasaron felices y breves los años.
Los viejos puentes rejuvenecidos sin descanso
y con fausto creciente y refinado boato
hasta llegar el tiempo inevitable
en que alguien hizo cruzar el primer puente
como si fuera un ejército de elefantes
al pensamiento de la muerte sin fin.
El miedo que siguió fue tan intenso
que la gente ya no los cruzaba
por temor a ser empujada al agua.
Los puentes fueron entonces
expresiones de la angustia
que pocos se atrevían a pisar.

Pasaron las estaciones.
La estación llamada: del-cuerpo.
La estación llamada: del-trabajo.
La estación llamada: de-la-nada.
La estación llamada: del-aprendizaje.

Un día escaseó el alimento. Los puentes
se llenaron de ladrones y mendigos.
Se volvieron lugares sucios y sombríos,
la muerte iba y venía por ellos
haciendo lo que mejor sabe hacer:
reírse del perdón y el arrepentimiento.
En lo peor de la crisis
alguien desenterró antiguos planos
del tercer puente (o se los inventó),
y recordó a los dioses de la fertilidad y de la tierra…
Habló de construirlo, y habló de sacrificios,
describiendo los arcos luminosos con tanta devoción,
que su voz parecía un ejército
de albañiles trabajando.
Y hubo una estación para imaginar el puente,
y hubo una estación para diseñarlo,
y una estación para preparar su construcción,
día tras día, sin descanso,
noche tras noche,
sin reparar en gastos ni cansancio,
palabra por palabra,
piedra sobre piedra,
irrigado con sangre
hasta obtener el cliché.

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Nicolás Alberte. Montevideo, Uruguay, 1973. Poeta. Ha publicado: El cuidado que ponemos diariamente en no morirnos (2004); Vacío en partes iguales (2005); unapalabramáslargaquelanoche (2006); Montevideanas (2008) y Escritos a la luz de las cosas que no se ven (2009).

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